Death and Nightingales

Death end Nightingales

En la Irlanda de 1885 explota esta  historia de amor, traición, locura y desencanto. Muy compleja y morosa.



4 Butacas


Muy difícil el trámite. Compleja y morosa, esta entrega clásica de BBC teje en tres capítulos una historia en la que se cruzan temas religiosos, moral victoriana, pasión, poder económico y engaños.

Un terrateniente inglés, muy acaudalado, una gran interpretación del ascendente Matthew Rhys, se queda viudo con una hija pequeña.

Esa hija no es propia, su esposa estaba embarazada (sin decirle) cuando se casaron. Esa marca será una presencia pegajosa y constante en la relación entre ambos.

La vida en su casa de campo es sencilla, trabajos, cuidados, una cantera que también explotan. Negocios y poco placer.

Salvo la bebida, a la que el señor se entrega en ocasiones especiales.

Cuando bebe, esa relación se compleja, se pone enferma, ella ya no es una niña, y sus caricias yo no son como solían ser.

La llegada de un trabajador nuevo a la cantera, un revolucionario con aires de libertad a los oprimidos, las nuevas ideas, y una belleza inesperada, la atracción física que se confunde con el amor.

Ella se entrega, se enamora, y juntos planearán lo peor.

Hasta que algo sale mal, una serie de eventos desafortunados y azarosos harán que todos los planes cambien, todos.

La trama, la historia, están bien, muy bien. Las actuaciones son buenas, Rhys y la presencia de Jamie Dornan (el de las sombras) serían suficientes, pero no alcanzan, hay algo en la dirección, en el estilo, en el clima del relato que se hace pesado. Pesadísimo.

Y entonces cuesta concentrarse, porque la acción es lenta, todos hablan bajo, como entre susurros y sufren mucho, y así no hay quién aguante.

Sobre todo porque tampoco es todo tan clásico ni tan complicado.

Una pena, porque la época, el clima de los tiempos en Irlanda, la cuestión religiosa y de relación con Inglaterra están muy bien sugeridas en la historia.

Demasiado susurrante.










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