Run

Run

¿Y si un día nos vamos? Dejamos todo y nos vamos, nos encontramos a tal hora en tal anden y cruzamos el País en tren y vemos si estamos para seguir...


6 Butacas

La promesa, el plan adolescente (aquello de "amores de estudiantes..." que cantaba Gardel) de un día dejarlo todo y partir juntos, que tanto nos quisimos, es el disparador central de Run, una interesante serie en tono de comedia (por pasajes agria) en la que la buena de Phoebe Waller-Bridge se mete con su estilo y acidez.

Ruby y Billy se amaron en la adolescencia y la juventud. Ruby iba a ser arquitecta y Billy podría ser cualquier cosa. Ella muy americana el muy inglés reciclado.

Sus caminos se separaron por temas que a la distancia no eran para separarse (todos nos damos cuenta tarde) pero antes de tomar caminos distintos se juraron un plan, si alguna vez uno escribía el mensaje RUN al otro, solo esas tres letras, no importan el soporte tecnológico vigente, y el otro respondía, se activaría un plan de estar en determinado andén a determinada hora, para tomar un tren de recorrido largo, de Chicago a Los Ángeles, y volver a verse y comerse a besos.

Ninguno supo más de la vida del otro, aunque Billy se convirtió en un escritor de textos de autoayuda y daba conferencias (exitosas) por todo el País, Ruby hizo una vida de buena esposa y madre suburbana.

El mensaje fue llegando a lo largo de los años, cada uno lo envió alguna vez en circunstancias en las que la vida les pesaba, en las que quisieron escapar con red, de la mano de alguien, pero no encontró eco del otro lado.

Hasta que un día, Ruby lee el mensaje y decide que es buen tiempo para hacerlo.

Toma algunas pocas cosas en una mochila, da unas explicaciones poco sólidas a su marido por teléfono y sale corriendo al encuentro de esa aventura que tanto la ilusionó.

Se encontraron, se miraron largo, cometieron todas las torpezas físicas posibles, se hicieron bromas de otra época, se exploraron en la adultez.

Pero claro, no son los mismos, por algo dejaron de verse, intentaron, se dijeron todo lo que se debían, y sin proponérselo, las cosas se fueron complicando a su alrededor (una trama policial que es un poco tirada de los pelos en la historia, pero funciona como elemento externo de gran impacto para definirlos en la urgencia) y sus reacciones, sus cuidados, sus protecciones o la falta de ellas, fueron jalonando la relación nueva.

Interesante la historia por donde se la mire, muy bien actuada por la pareja protagónica, y con tintes bizarros como la productora ejecutiva (Fleabag, Crashing, Killing Eve) nos tiene acostumbrados.

En definitiva, nada es como era, los cambios producidos en sus vidas, sus crecimientos personales, sus maneras de ver la vida, determinaron a otras personas distintas a las que fueron, aunque el recuerdo de ese amor que se tuvieron esté intacto en apariencias.

Nada es lo que era, el destino suele ser caprichoso



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