Descansar en paz

Hace unos años me devoré un libro que se contaba solo, una idea fascinante, y una narración que fluía y fluía llenando de imágenes mi cabeza.


6 Butacas



Conozco a ese novelista Martín Baintrub, como dicen por ahí, de cosecha tardía, que con Descansar en paz su primera novela, empezaba un camino de narrador muy auspicioso.

Como con Osvaldo Soriano, leer Descansar en paz obligaba casi a hacerlo de corrido, y sobre todo, llenaba imagenes la cabeza.

Entonces cuando me contó que la productora de Ricardo y Chino Darín le habían comprado el libro, empecé a imaginar cosas, casting, escenas, aunque como sucede en estos casos, que te compren en libro no siginifica que la película se haga.

Bien, se hizo, y con un elencazo y con Borenzstein tras las cámaras.

Descansar en paz es una historia apasionante, son los 90, un industrial joven, hereredero de una fábrica, vive una vida acomodada, y cuando las cosas se ponen difíciles no puede frenar a tiempo, no se achica y para sobrevivir acude a préstamos, de esos que se dan por afuera del sistema, los "financistas" que en realidad son prestamistas capaces de cualquier cosa para recuperar su plata.

En esos días de desesperación, cuando estaba yendo a la ofcina de ese tipo al que había acudido para pedir plata y que ahora lo estaba volviendo loco para cobrarle (gran papel de Puma Goity), Sergio (interpretado por Joaquín Furriel, siempre a la altura) se topa con un destino insospechado, algo que de tan extraordinario lo aturde al principio, pero que le da una ventana de oprtunidad de resetear su vida como nunca imaginó, la explosión de la AMIA mientras el caminaba por esa cuadra.

Lo que sigue es el armado de su vida en Paraguay, los años que pasan, la aparición de las redes sociales, que le permiten de alguna manera ser testigo del crecimiento de sus hijos, verlos y oirlos, sobre todo a su hija, cómo lo extrañan y cómo aprendieron a vivir sin su presencia en sus vidas.

A pesar de haber encontrado buena gente en Paraguay, que no le hacen preguntas y que lo reciben y quieren, saben que sus silencios tienen que ver con la vida que dejó, con los que quedaron en ese lugar del que, sospechan, se escapó.

El casamiento de su hija mayor, muchos años después, lo enfrentan al desafío de romper de alguna manera los cuidados, y mirar desde afuera pero cerca, estar por ahí, por sus cosas, por sus veredas. Mirar de lejos cómo rearmaron sus vidas sin él.

Sus hijos, su esposa (Griselda Siciliani) y la vida que armaron casi como un desafío al destino, a partir de la relación que gobernada por el dolor, acercó a su peor pesadilla, al tipo que quería destrozarlo si no le pagaba y a su mujer.

La película está bien contada, atrapa y se pasa rápido, porque la historia también cabalga así cuando se la cuenta.

Las interpretaciones están bien, y es un estreno esperado de Netflix.

Pero hay polémica, pero es una polémica muy de los que leyeron el libro, porque la película desarrolla un final distinto, porque para algunos es una buena propuesta y para otros mala, y porque, así es el cine, no todas las historias les gustan a todo el mundo.

A mí me gustó, la estaba esperando, aunque el final que esperaba era el del libro.

Por una extraña razón tanto la lectura como ver la película, ocurrió en Uruguay estando de vacaciones, con tiempo para disfrutar.


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