Scoop (la gran exclusiva)

Neflix estrena un relato sobre la gestación de una exclusiva trabajada durante mucho tiempo. Nada menos que la entrevista que logra la BBC para que un miembro de la familia real, el Príncipe Andrés, cuente su relación con Jeffrey Epstein, el financista millonario que fue encontrado culpable de hacer fiestas con menores de edad en sus domicilios, en las que participaron importantes personajes de la política y el mundo empresarial en general.


4 Butacas



Unas fotos del príncipe y el millonario caminando por Central Park, y luego de eso una catarata de informaciones que detallaban viajes, relaciones, gastos, vuelos, son los que se empiezan a acumular en la prensa sensacionalista británica (muy poderosa) y que empiezan a tener repercusiones molestas en la opinión pública.

Andrés, el preferido de la reina, el que combatió en Malvinas, un mimado de la corona que se veían envuelto en un escándalo de grandes dimensiones.

Su oficina contrata a un experto para manejar el tema, pero como a veces pasa, esas recomendaciones no son tomadas en cuenta, y alguien cree que Andrés tiene tanto carisma, es tan bueno, que todos van a creerle si finalment decide contar su parte de la historia.

Ahí la película es adonde hace foco, en la tenacidad y la capacidad de una productora de ese programa nocturno para conseguir la entrevista.

Sería un programa de entrevistas central (la periodista que hace las veces de entrevistadora es Gillian Anderson, con su eficacia y ese acento extraordinario que tiene) y debería ser el gran momento para que la sociedad se amigue con la conducta aparentemente impropia del príncipe.

Así lo ven desde su oficina, la gente que lo conoce y lo acompaña, en la intimidad de los que lo frecuentan.

Pero no es cuestión de corazonadas, esas entrevistas en momentos tan calientes, no solo son peligrosas, sino que requieren preparación y entrenamiento, nada de lo cual sucedió.

Lo que vemos en esta película de Netflix es digamos que la anatomía de esa entrevista, haciendo demasiado foco en la productora que la persigue, y poco en la preparación de la misma, mucho del lado de los periodistas buscando las mejores preguntas, haciendo simulaciones, buscando diferentes maneras de preguntar todo sin ofender, y el príncipe que no se prepara y solo espera el momento pensando que su personalidad alcanza.

Es bastante aburrido el desarrollo.

Tiene un dato muy interesante, el príncipe es interpretado por un actor muy dúctil y capaz, al que venimos viendo cada vez más activo, Rufus Sewell, a quien vimos hace poco en The Diplomat, y antes en The man in the high tower.

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