Ángela
Basada en una serie australiana, este suspenso que produce Netflix en el País Vasco tiene todos los ingredientes de un buen entretenimiento, aunque por momentos es algo sobreactuado.
6 Butacas
El tema es complejo y a la vez muy actual, tiene que ver con las relaciones de poder adentro de un matrimonio, y sobre todo, las relaciones de violencia doméstica que por distintas razones pocas veces ven la luz.
Estoy convencido que los dramas intrafamiliares se dan en todas las clases sociales, con la diferencia que en las clases más acomodadas, hay más herramientas para ocultar y disimular, y mucho más por perder quizá.
El matrimonio que tienen Ángela (una Verónica Sánchez que ya había hecho un papel así en El embarcadero hace unos años) y Gonzalo (Diego Grao, muy bien en ese rol de turro complicado y déspota, que también ya hizo otras veces) parece perfecto, una casa hermosa, dos hijas chicas (insoportables) y además les va muy bien como arquitectos.
Pero la serie de 6 capítulos arranca con un problema, lo denunciaron por malos tratos (a él claro) y está convencido que fue Ángela, con lo que ya arrancamos con un malestar adentro de la pareja que no sabemos bien de donde viene pero que adivinamos está muy serio.
Hay algunos indicios de violencia, que siempre derivan en el pedido de perdón y el arrepentimiento, pero que pasan de ser un brazo apretado a una piña en el estómago, lo que oscurece mucho las cosas.
Hasta que un día llega un repartidor de flores para mandarle un ramo en señal de arrepentimiento, y el repartidor arranca con un discurso con Ángela que la desconcierta, le dice que la conoce del colegio, le da muchos detalles de su vida, y de la nada comienza un vínculo.
A ella le servirá para alejarse del demonio que tiene en la casa pero a la vez con la incertidumbre acerca del personaje.
Bien, resulta que a poco que avanza la trama el tipo le dice que en realidad todo es mentira, y que lo contrató Gonzalo para que la mate.
No vamos a develar más cosas, pero ahí la trama se pone mejor, porque esas sospechas son bastante poco creíbles para la policía y para todos en general, con lo que el marido se las rebusca para que la encierren en un psiquiátrico para que evalúen si puede seguir teniendo la custodia de sus hijas.
La trama se pone interesantes, de no ser por algunas obviedades que siempre se tienen a mano para que el espectador tenga todo digerido, del tipo de reflexiones en voz alta o con una amiga para repasar con nosotros lo que está pasando.
La trama seguirá, por algún momento vamos a dudar de si lo que Ángela está viendo es lo que está pasando en realidad, y eso es lo mejor de la serie, la ambigüedad y las posibles interpretaciones de lo que está ocurriendo.
Está bien la serie, hay bellos paisajes vascos, hay tensión, hay cosas verosímiles y otras no tanto, pero la duración y las actuaciones hacen que todo sea llevadero.
Violencia doméstica, clases altas, lo que se quiere tapar, las mamis del colegio, los colegas del marido, la gente que está dispuesta a cualquier cosa por dinero y una trama policial que no termina nunca de ser una de detectives, porque la trama se mantiene afuera de ese eje todo el tiempo.
Son las mujeres las que resuelven.
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