El esquema fenicio
Hay algunas películas que al mostrar las primeras escenas ya sabemos quién las dirige. Los títulos blanco y negro con Windsor Light Condensed de Woody Allen, son un buen ejemplo. Con Wes Anderson nos pasa eso, y esta película quizá lo retrate como ninguna otra.
8 Butacas
El tema es que, a veces, a pesar de la estética, el color, la parsimonia, el sello del director, la historia es tan bizarra, tan lenta, tan difícil de entender que no nos alcanza.
Pero cuando filma con un propósito, con una idea, con una historia detrás, que aunque sea simple nos haga seguir un patrón, es imbatible.
El esquema fenicio es la historia de un hombre de negocios y su sueño de trascendencia, de legado.
Benicio del Toro, uno de sus actores fetiche, es Zsa Zsa Korda, un excéntrico millonario que lo controla todo, cuya vida siempre está en peligro pero siempre sobrevive, que guarda en cajas de zapatos un esquema de inversiones y de acciones que constituyen un megaproyecto energético y de agua y transporte que cambiaría la matriz productiva de una zona del planeta.
Tiene muchos hijos pero elige a una de ellas, que está por convertirse en monja, para que lo herede en el control de todo.
La historia es atractiva porque lo que tiene que ir haciendo es convencer a sus socios para que el proyecto no se caiga a pesar de la guerra declarada que le hacen las corporaciones malignas de los Estados Unidos.
Ese viaje a convencer a cada uno de los accionistas es el centro de la película y ofrece las mejores micro historias dentro de la narrativa.
Humor físico, gagas visuales, ironía, dispositivo visual increíble, pero a la vez una historia de valores, es una mezcla interesante para este cineasta de la estética perfecta.
Un príncipe árabe interpretado por Riz Ahmed, dos hermanos millonarios interpretados por Tom Hanks y Bryan Cranston, el dueño de un club nocturno marroquí Mathieu Amalric, el estadounidense (y presente siempre) Jeffrey Wright, su prima Scarlett Johanson y finalmente el memorable tío Nubar, Benedict Cumberbatch, son los accionistas con los que pelearán y se pondrán de acuerdo en escenas bizarras y de gran belleza.
Un hallazgo es Michael Cera, que compone a un tutor para los hijos, especialista en insectos y plantas, que es en verdad un agente encubierto de los norteamericanos.
Es una película bella, reflexiva, bien actuada (no faltan Williem Dafoe, Bill Murray como Dios, y otras apariciones increíbles) y con el sello de un realizador extraordinario, que creo que bajó esta vez la densidad de su argumento, para que además hacernos disfrutar con lo estético, podamos seguir una historia interesante.
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