Menem
Amazon y MGM producen con un piso de calidad extraordinarios y, como siempre decimos en Butaca, lo difícil en una biopic es elegir qué etapa de la vida contar, y en Menem, la etapa es perfecta.
8 Butacas
Porque vamos a tener un arranque emotivo, la serie empieza en el velatorio de Carlitos Menem Jr. y de inmediato nos vamos años atrás, a La Rioja, al comienzo de la campaña interna para dirimir la candidatura presidencial de 1989, la famosa interna que era imposible que ese personaje pintoresco del interior del País le gane al gran candidato de la renovación peronista, Antonio Cafiero.
Entonces primer dato positivo, el período de tiempo que eligen contarnos es el que hay que elegir, aquellos comienzos del caudillo pintoresco, el armado de sus primeros equipos de gente de confianza, ese círculo de riojanos hambrientos de Buenos Aires y el liderazgo carismático que el personaje tuvo desde siempre.
Esa campaña, su llegada al poder, los primeros vertiginosos años, la toma de decisiones, la astucia, la lectura del mundo, los compromisos que no siempre pudo cumplir, las nuevas compañías, su relación con su esposa Zulema Yoma pero por sobre todo con la familia Yoma y sus condicionamientos.
Todo está contado muy bien, en un tono entre biográfico, burlón, gracioso y tierno, pero a la vez utilizando recursos interesantes, como sobreimpresiones de en la imagen, los personajes hablándole a la cámara para remarcar alguna cosa y una edición y una música con canciones emblemáticas de la ápoca que son sensacionales.
Las caracterizaciones de todos están excelentes, sobre todo la de los cuatro protagonistas, Leonardo Sbaraglia con una composición de Carlos Menem estupenda, sin caricatura, con sus rasgos de personalidad y características físicas muy bien logradas, Griselda Siciliani componiendo a una Zulema Yoma extraordinaria y Juan Minujín como Olegario Salas, una especie de narrador de toda la serie, un fotógrafo de barrio, bueno y honrado, que se sube al torbellino Menem y ya no puede bajarse y su esposa, Jorgelina Aruzzi, costurera que ve que hay una oportunidad ahí que su marido no tiene que dejar pasar.
El clima de época está logradísimo, no solo con el vestuario, sino con las costumbres de la época, mezclando imágenes, utilizando un efecto para que las imágenes que vemos que son ficción se parezcan a escenas de un documental para darle veracidad a todo.
Como es tanto lo que hay para contar, hace foco en algunos episodios bien puntuales, pero que fueron jalonando lo que recordamos de esos años: Las fiestas, la Ferrari, María Julia Alsogaray y la privatización de Entel, Domingo Cavallo y su competencia de popularidad, el golf, el Menem deportista, el Menem cercano a la gente, que siempre tenía una sonrisa en la cara.
El tipo empático y carismático, el que entendía las cosas con una simpleza asombrosa y el osado, el que se animaba a las decisiones más difíciles tomándose unos minutos a solas.
Todo está en esta serie respetuosa del personaje pero nada condescendiente.
Las cosas divertidas y las complejas, otro episodio que se elige es el segundo atentado terrorista en el País, la bomba a la AMIA.
La pintura que nos hace la serie es la de un político de extraordinaria picardía y de también extraordinaria inteligencia, emocional y de la práctica, que fue capaz de conducir con éxito y popularidad los destinos del País, atravesando momentos de gran dificultad y complejidad.
Una pintura del Menem íntimo, el que no veíamos, muy determinada con el personaje que a todos les daba la mano y les preguntaba, con genuina preocupación, cómo estaban.
Para los que tenemos unos años y vivimos esa época tan inigualable en el País, una especie de rescate emotivo y muy bien recreado, para los que no, los más jóvenes, una manera de acercarse a un personaje inigualable, que hubiera sido también moderno en nuestros días, porque así era.
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