Dos más dos
Dos más dos
Falsa comedia. Hay poco para reír en esta película que está
protagonizada por especialistas en hacer reír. Dirigida por Diego Kaplan, que
en su ópera prima también había dirigido a Suar, es un buen guión, una correcta
puesta, pero un clima que no termina de ubicarse nunca en el registro que
necesita.
El cuarteto actoral lo integran una correctísima y
extrañamente sensual Julieta Díaz, un Juan Minujín haciendo muy bien su papel
de exitoso tranquilo superado, Carla Peterson que compone a la sensual del
cuarteto y a un Suar haciendo de ese personaje neurótico, medio Woody Allen,
que habla rápido y es gracioso que suele entregarnos.
Los 40 para las dos parejas, quizá menos, les va bien, son
rutinarios, pero descubren (la pareja de Peterson y Minujín) que en el mundo
swinger hay una posibilidad de liberarse de vivir en los parámetros del amor
libre pero cuidando a tu pareja, de liberar fantasías para consolidar y
fortalecer el amor. Recrear el mundo sin irse de él.
Ante la confesión de sus amigos, la pareja que compone Suar
con Díaz, que son normales, como se definen, van poco a poco entrando en ese
juego. Ahí es donde la película abandona el tono de comedia, más allá de la
aparición siempre sólida de Alfredo Casero, que será el único personaje que, por
el absurdo siempre nos llevará al registro de la risa, ahí es donde la historia
gira y entra en una espiral dramática, que como no es jugada en ese tono, se
pone incómoda.
Una “infidelidad” en el seno mismo del cuarteto ya swinger superado,
hace que todos los personajes vuelvan a su núcleo tradicional y conservador, y
todo el andamiaje de la fantasía se desmorone.
Hay violencia en esas escenas, hay diálogos fuertes, y hay
en definitiva el verdadero sentido de la película, que más allá de lo que
declame es profunda y misteriosamente conservadora.
Pretende dejar mucho para que pensemos como espectadores,
pero en realidad nos da las cosas bastantes cocinadas. Después de verla, con el
final así, cantado como viene (aunque hay una interesante cuota de suspenso hasta
el final por saber cómo van a seguir sus vidas los personajes) no hay mucho
espacio para la reflexión y el debate, más allá de la condena por la práctica
swinger.
Es conservadora en ese punto, y juega todo el tiempo entre
el tema pesado de los sentimientos y la falta de fantasía y el desamor y el
desencanto, y la comedia liviana a las que nos tienen acostumbrados estos
rostros televisivos.
Es una película extraña, fuera de registro, bien contada.
Es correcta, aunque lo que pretende, que es que debatamos
sobre el intercambio de parejas, no pueda darse por la fuerza de sus propias
convicciones.
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