The Kominski method

The Kominski method

Caballeros, actores, nostálgicos de un Hollywood que ya no es, testigos con un pie en los días dorados y estos nuevos, de tecnologías y curaciones.


7 Butacas



Sandy Kominski (Michael Douglas revivido) es un viejo actor que con los años se ha convertido en maestro de actores, tiene su escuela, tiene su prestigio, ya no lo contratan porque es demasiado bueno, y tiene una filosofía de vida y una gran conciencia sobre sus falencias. Enseña con su método personal (cuyo secreto revela en el último capítulo) y todavía sigue intentando enamorarse.

Alan Arkin es Norman Newlander, un exitoso agente que acaba de perder a su esposa, una bella actriz de los años dorados de Hollywood. Y es el agente de Sandy.

Es ácido, es mordaz, es sarcástico, y ha vivido toda su vida con la esposa que acaba de partir.

Son amigos.

Han sido mejores amigos por décadas.

Se conocen, se saben, se recelan, se enojan mutuamente, pero recurren al otro cada vez.

El método Kominski son 8 capítulos cortos, precisos, coreográficos y bellamente actuados, que componen una pieza de cámara eficaz y que deja una sonrisa que dura horas.

Hay varias buenas decisiones en la confección de la historia, pero hay dos que sobresalen: Un guión excelente, rápido, inteligente, complejo y a la vez dinámico, y dos actores que disfrutan el duelo, que se saben cada uno icónicos, y que no les pesa estar de vuelta de casi todas las batallas actorales.

Los dos, Arkin y Douglas, son gladiadores de mil batallas, dueños de una biografía y un aura que se transmite, de la mejor manera, al desarrollo de la serie.

Podrían haber descansado, los creadores, en diálogos entre ellos, en situaciones y no tanto en historias, pero en lugar de esa comodidad, decidieron hacerlos vivir situaciones diversas, que van desde el velatorio de la mujer de Norman, la internación de su única hija, hasta la deuda de Sandy con la IRS (AFIP gringa) de tres años de no pagar por la actividad en el estudio actoral.

El apoyo mutuo, la ironía sobre las dolencias, los olvidos, las próstatas, los remedios, el sexo en la adultez, el reinventarse todo el tiempo para no quedarse en la nostalgia de los buenos años del pasado, todo eso se mezcla en estos 8 episodios de poco más de media hora que nos dejan con ganas de más.

Los chistes, la acidez de Norman para enfrentar la vida, la bohemia de Sandy, la relación de cada uno con sus hijas, en medio de cameos de la talla de Danny De Vito como el urólogo de ambos o Elliot Gould como si mismo, representado por Norman, son extras de calidad para un guión que de por si es fabuloso.

Hay sonrisa, hay reflexión, hay risotadas por los efectos de un guión superior, y hay emoción, todo en 30 minutos.

Y sobre todo, dos actores de una calidad insustituible.

Es un gran entretenimiento.

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