Deep water

Deep Water

Esperamos tanto a Adrian Lyne, tanto, que quizá ese sea el problema con esta película, que no es lo que esperábamos.


3 Butacas



Porque digamos todo, es el director de 91/2 semanas, el de Atracción fatal, esas películas que nos dejaron hablando, asustados, conmovidos y levemente excitados en los dulces y turbulentos años 80, y ahora vuelve pausado, intentando recrear la explosión en la pantalla con una pareja que bien podría hacer que todo explote pero no sucede.

No pasa nada.

Un ingeniero que hizo dinero con la venta de un invento suyo que se usa para drones (de los drones buenos y los drones malos) interpretado por Ben Affleck, está retirado ya de todo, solo vive de ese invento que lo hizo millonario refugiado en una casa campestre con su bella esposa (Ana de Armas) y su hijita.

Ella es hermosa y el...Affleck es un actor extraño. Difícil de decodificar, porque no expresa, parecería no tener emociones. Además en esta película tiene como muy trabajado su físico y se mueve con más torpeza que lo habitual, además del hecho que su repertorio de gestos es muy limitado y conocido.

Pero de todas maneras, sobre todo por ella, hay una expectativa de explosión erótica. Lyne es eso (o lo era) y ellos dos estaban para eso.

Pero es evidente que hay poco lugar para este tipo de películas en el cine actual. Es como que es un género que ya no va a volver con ese potencial y ese mensaje claro.

Acá hay un texto adaptado de una novela de nada menos que Patricia Highsmith, hay un director que tiene pergaminos y hay dos rostros taquilleros. Pero no hay ni pasión, ni erotismo exquisito que si hay en la novela, ni el costado oscuro que también está en el texto que le da origen a la película.

Es como si el estudio le hubiera dicho a Lyne, hacé una de las tuyas (hacía 20 años que no filmaba) pero tené cuidado con todo esto (y le dio una lista de 50 cosas que no pueden pasar hoy).

Ellos dos son una pareja extraña, el muy desabrido y sin emociones, ella todo fuego, y parecen tener un pacto en el que ella puede coquetear con otros, con presas que elige muy cuidadamente para canalizar su deseo desatendido.

Ese pacto nos inquieta porque es público, lo saben sus amigos, lo sabe la comunidad, y eso parecería que no debería ser tolerable por el marido.

Sin embargo lo es. Y es forzado.

Un día desaparece uno de esos amigos ocasionales de la esposa, y su marido en una fiesta insinúa solo para asustar al nuevo amigo, que el tuvo que ver en esa desaparición.

Así se entabla un juego extraño en el que hay cosas no dichas, hay cosas explícitas que creemos que no pueden ser ciertas por esa misma razón, y hay nuevas aventuras de la mujer toleradas con menos paciencia por Affleck.

La película tiene un final que creería que está mal editado, es abrupto y parecería estar hecho para que la película no sea más larga.

Como sea, parece ser el fin definitivo (ojalá que no) de este género que no puede hacer pie en 2022, que parece que atrasa.

Lo dicho y lo no dicho podrían ser pistas para disfrutar un poco más de la película, pero nos exige demasiado esfuerzo.

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