Hoy se arregla el mundo

Hoy se arregla el mundo

Reír un poco, llorar un poco, Ariel Winograd desarrolla una historia de padre hijo, de búsqueda y de sensibilidad con el profesionalismo acostumbrado.




6 Butacas



Esta película, que se estaba terminando justo cuando la pandemia nos encerraba a todos, tiene ese aire de película universal, es de esas historias que podés ubicarla en cualquier ciudad y en cualquier cultura, y va a funcionar bien. 

Como una buena novela, un buen relato traducido a varios idiomas.

Leonardo Sbaraglia le da vida a un personaje (al que llaman el griego) que produce un programa de TV exitoso (en decadencia) que precisamente se llama como la película "Hoy se arregla el mundo", que es una especie de reality en el que se simulas situaciones conflictivas de la vida cotidiana (haciéndolas pasar por verdaderas), desde vecinos que pelean por la clave del wifi hasta cuestiones de pareja.

Su vida camina bien, novias ocasionales, un éxito que cuesta sostener y lo tiene muy ocupado y eléctrico todo el día, y un pasar de soltero atractivo.

Una relación de años atrás, con el personaje que compone Natalia Oreiro, deriva en el nacimiento de un hijo, Benito (el joven actor se llama Benjamín Otero), que ahora tiene 7 y que tiene casi nula relación con el padre.

Bueno, la mala suerte quiere que la mamá muera en un accidente y el griego deba hacerse cargo de ese hijo al que casi ni conoce.

Una sospecha que se confirma, no es el padre biológico de Benito, es el disparador para que los dos, los hasta ahora padre e hijo, salgan en búsqueda de las relaciones de su madre para descubrir quién es el padre verdaero.

Ahí está planteado el nudo conceptual de esta historia.

Y está bien resuelta, tiene de todo, situaciones divertidas, ásperas, tiernas, algún golpe bajo, pero todo en justa media, casi quirúrgico, como que hay un poco para cada público, para que funcione en todos los planos.

Tiene tanta corrección, que podríamos cambiar a los personajes, pongamos Adam Sandler por ejemplo, en lugar de Sbaraglia y funcionaría igual, ni siquiera Buenos Aires agrega algún dato distintivo o categórico a la trama, es una historia que es como un yogur de marca, sabe igual en todos lados.

Ese viaje de los dos buscando a los candidatos (desde un pintor a un payaso de la Ciudad de los Niños) el desmoronamiento del programa de TV, el caos en la vida del griego, los amigos y la madre del personaje de la mamá recién fallecida, le van dando brillo con actuaciones y participaciones de lujo como las de Soledad Sylveira, Diego Peretti o Gerardo Romano.

Pero de tan bien contada, de tan profesional y justa, pierde emoción, pierde pasión en varios pasajes y distrae un poco.

En resumen, no es una película que no hayamos visto en otro lado, es decir, trama previsible, tampoco estamos ante actuaciones memorables o extraordinarias, el guión no deja espacio para eso, estamos ante una historia bien resuelta, bien hecha, y muy bien construida. Alcanza? A veces no, pero el viaje está bien.



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