The responder

The responder

Tensión, tensión y tensión. Las horas de un policía del turno noche, que tiene que vérselas con la fauna nocturna en una Londres lado B, y sus propios demonios y desaciertos.


8 butacas



Un gran pero gran trabajo interpretativo de Martin Freeman, que además produce, es la clave de esta serie de 5 episodios adictivos que se acaba de estrenar en Inglaterra.

El personaje central de la trama es Chris, un policía que patrulla de noche y que viene de un episodio reciente que desconocemos, pero que sabemos que tuvo un alto costo para él, la degradación de detective a policía de calle nuevamente y un daño psicológico fuerte, que requiere tratamiento pero que implica un deterioro en su relación con esposa e hija.

Toda esa tensión se mete en el auto todas las noches, para acudir a llamados de lo más variados y bizarros, como frenar una pela callejera o atender a una vecina que llama porque hay olor en el departamento de al lado por la supuesta descomposición de un cadáver.

Toda esa mezcla, muy bien transmitida por la sensacional actuación de Freeman, es lo que nos pone siempre al borde de la silla y no nos da respiro.

Si a ese cócktail le agregamos una madre internada en un centro costoso, que requiere de cuidados especiales por el avance de una enfermedad, y un coqueteo con un narcotraficante al que le hace favores (cuestiones menores, llamados, avisos, mirar para otro lado) que reditúan en algunos ingresos extras para bancar todo ese combo de gastos, la trama se va espesando.

Tiene dilemas morales, tiene un tratamiento que no avanza, tiene un frente familiar complejo y una estación de policía y un grupo de compañeros que lo mira sabiendo que lo han degradado.

Un cambio de compañera para el auto y la patrulla, un evento fortuito en el que está involucrado el dealer que es su amigo, lo meten de lleno en un problema que es ajeno a su trabajo, pero que, por intentar resolverlo de la mejor manera, protegiendo a todos, lo meterá hasta el cuello en un problema del que le va a costar mucho salir, porque del otro lado hay gente muy dispuesta a todo para que no estorbe.

Así capítulo a capítulo nos vamos a sentar en ese auto cuando cae la noche, y vamos a ir de la mano por esas historias accesorias que se van cruzando, los personajes secundarios que son los que van a ir tejiendo el conflicto central, y un espiral de complicaciones que vamos a experimentar con él de manera muy comprometida, sobre todo por lo atractivo del esquema narrativo propuesto.

Freeman, al que conocemos y admiramos por varias interpretaciones, hace esta vez a un policía que está al límite de su capacidad para discernir qué está bien y qué está mal, que no puede sostener lo que tiene que necesariamente ocultar a su familia, que no puede salvar a su amigo y cuyas decisiones están continuamente siendo desafiadas por los acontecimientos, todo esto mientras patrulla y tiene que responder a los llamados más increíbles.

Una miniserie muy interesante, con un ritmo muy bien resuelto y con un final también interesante.

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