Iosi, el espía arrepentido (Segunda termporada)

Iosi, el espía arrepentido (segunda temporada)

La primera temporada terminó con Iosi acercándose a una periodista para contar su historia, temía que su trabajo como infiltrado de la Policía Federal en la comunidad judía, hubiera servido entre otras cosas, para planear el atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires. Claro, faltaba lo peor.


8 Butacas



En esta segunda temporada no tenemos que perder el tiempo conociendo personajes, están todos los de la primera y ya conocemos qué son capaces de hacer. Solo nos queda relajarnos (es un decir) para ver cómo se acomodan los tantos después de un final violento de la primera parte.

Los únicos personajes nuevos que aparecerán son muy importantes para esta etapa de la vida del espía que se cuenta en esta segunda temporada, porque serán nada menos que su hijo adolescente, el que tuvo con Eli y que ahora vive en Israel con su madre y un padre adoptivo (el mismo viejo novio de Eli al que Iosi de alguna manera arrebató su novia) y dos agentes del Mossad muy bien interpretados.

La historia sigue, y al horror del ataque a la embajada de Israel le seguirán dos más, igual de crueles y más violentos todavía, el atentado a la mutual judía AMIA y la explosión de la fábrica de armas de Río Tercero.

A partir de esas memorias dictadas de Iosi a la periodista (interpretada en esta segunda temporada por Mercedes Morán) nos asomaremos a su versión de los hechos, que pueden ser muy cercanas a la realidad, pero que nunca, a pesar del libro, de la serie, y de los acontecimientos que pueden reafirmar sus teorías, nunca pudo reafirmar en la justicia y sigue oculto en algún lugar del mundo en un programa de protección de testigos.

En esta segunda temporada entonces veremos aspectos cruciales de su vida, la pérdida paulatina de confianza de la Federal, el entramado de negocios de Saúl Menajem, el banquero que es clave en el tráfico de armas desde la Argentina hacia cualquier parte del mundo (incluso hacia paises en conflicto violando cualquier neutralidad) el reclutamiento del Mossad y su propio porceso interno de conversión real al judaísmo, la relación con su hijo, al que no ve desde el nacimiento y que vuelve a buscarlo, y los terribles atentados a a la AMIA y Río Tercero, explicados desde esa lógica del tráfico de armas hacia regiones del mundo muy conflictivas.

El misil Cóndor es otro de los ejes de esta segunda temporada, ese famoso desarrollo argentino, que fue cancelado por pedido de los Estados Unidos pero que seguía activo en algún lugar perdido del País.

La historia está muy bien narrada, son hechos que se hacen entendibles con poca explicación aún para los que no los vivieron, en mi caso, recuerdo los titulares de los diarios, las conversaciones de esos años en pleno menemismo.

Pero para los que tienene menos edad, el relato funciona como una historia de espionaje bien narrada, que de alguna manera cierra desde el punto de vista del guión, aunque el anclaje con la verdad sea más remoto.

Están muy bien en esta segunda temporada dos personajes, el de Garrido, interpretado por Marco A Caponi, un excelente trabajo dándole vida a este policía marginal, que a las órdenes de los servicios de inteligencia es capaz de cualquier cosa, que es desterrado y vuelto a ascender hasta convertirse en un todopoderoso despiadado, con una historia comun con Iosi, muy importante para el desarrollo de la trama, y también está mucho mejor que en la primera temporada el personaje de Claudia, la jefa de Iosi, interpretado por Natalia Oreiro, en un desafío importante para ella, ya que compone a una mujer oscura, compleja y triste a la vez.

El crecimiento de ambos personajes en la trama y en las interpretaciones son asombrosos. Caponi es un despiadado creible, asusta, y Oreiro deja de lado el exceso de su Claudia de la primera parte, demasiado canchera, quizá exacerbada por tratarse de un rol muy poco frecuente para la actriz, para pasar a esta Claudia mucho más humana, más madura y profundamente triste y frágil

Repite bien Alejandro Awada al banquero, esta temporada aún más cerca y a la vez más alejado del protagonista, y el resto de los secundarios.

La serie tiene dos grandes virtudes, lo técnico es muy bueno, el tratamiento del color de la imagen, las puestas alternativas de las escenas difíciles, como el momento de la explosión en la AMIA que se cuenta desde el interior de una mercería y desde ese interior viendo por la ventana de la vidriera el desfile de los heridos, los gritos y el polvo, y el correctísimo tratamiento y ambientación de época.

Ls cosas se sugieren, no hace falta ser explícitos, y está muy bien, los tonos, las escenas de violencia, nunca hay necesidad de mostrar, la decisión de sugerir es muy acertada.

Después está el rigor histórico, juegan los recuerdos individuales, y no hay que perder de vista que ese guión está basado en un relato verdadero, que se incluy dentro de la trama, en el que el propio protgonista cuenta su historia a una periodista para que se transforme en libro.

Recomiendo llegar y dejar la parte final, de los títulos, porque se cuentan y muestran datos reales que dan mucho sentido a todo el relato.


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