Nada

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Mariano Cohn y Gastón Duprat son la dupla creativa más interesante de la producción argentina con proyeccion internacional, conocedores de los secretos de contar historias en tiempos de streaming, historias que suelen tener más arranque que guión, pero que funcionan y son efectivas en varios planos.


7 Butacas



Hay que repasar la trayectoria de los creadores para entender un poco más Nada? Creo que si, que sirve, porque si pensamos en sus creaciones "Competencia oficial", "Mi obra maestra", "El encargado", "El ciudadano ilustre" vemos quizá una pista de esta nueva serie (de gran formato, 5 capítulos cortos), porque en todas ellas el peso narrativo está en personajes fuertes, controvertidos en algunos casos, tiernos y feroces a la vez, con egos poderosos y de alguna manera (menos en la exitosísima serie sobre el portero) vinculados al mundo del arte y su costado menos lindo.

Manuel Tamayo Prats es el personaje que interpreta Luis Brandoni, es una especie de Brascó (para los memoriosos) un tipo que ha vivido muy bien en una Buenos Aires analógica, siendo crítico de restaurantes. Un Bon Vivant, como los conocemos, pero que está mayor, viviendo de esos recuerdos de otras épocas, en un mundo mucho más veloz y despiadado, en el que la tecnología hace que todo sea efímero.

Hace 20 años nada menos que no edita un libro nuevo, y sus ingresos por adelantos de un nuevo material se van acabando, de manera que tiene que descolgar cuadros y venderlos para pagarse sus cosas (una metáfora excelente).

Brandoni entrega a un personaje vibrante a sus 80 y pico, lo hace con matices y con una ternura mezclada con algunos destellos de cabrón muy testarudo, pero también con la elegancia que va más allá de sus ropas antiguas (perfecto el vesturario) y sus costumbres de otro tiempo.

Ha vivido siempre bien, rodeado de gente que hizo las cosas por él, soldados que se encargaron de todo lo que lo pudiera distraerlo de su arte, de su conocimiento y su dedicación.

Pero no haber editado en tantos años no es ocioso, no llega la inspiración, ya todo le pareciera dar igual. 

Hasta que un hecho desafortunado cambia las cosas. Su ama de llaves (María Rosa Fugazont extraordinaria) la que sabe todo lo que le gusta al señor, fallece de vieja y lo deja solo con todo lo que no sabe hacer.

La llegada de una nueva empleada (joven, vivaz, paraguaya) pone patas para arriba su mundo, le da una inyección de vida y de color a cosas que se estaban marchitando, y hasta devolviéndole al escritor, la inspiración que le faltaba a partir de cosas tan simples como una sopa.

El plato fuerte de la serie sin embargo es la participación de Robert De Niro, por primera vez en este formato, se pone en la piel de Vincent Parisi, un también escritor consagrado, que vive en NY y es amigo de Manuel, quién lo invita a presentar en Buenos Aires su libro nuevo.

De Niro es De Niro, le bastan un par de muecas, unas inflexiones de la voz, un reboleo de ojos para que nos atrape.

Está bien ese personaje que crea para Nada, y nos regala unas escenas de argentinidades que en su voz suenan inolvidables.

Es un buen producto, de duración justa, que reflexiona acerca de los últimos años de la vida, la productividad, el arte, la inspiración y la vida.

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