El amor después del amor

El amor después del amor

La de Fito, es una biopic, pero también es una banda de sonido, un color, un momento de nuestras vidas con el ritmo de uno de los autores más importantes y populares del rock en español.


8 Butacas



Siempre decimos que es clave en una biopic, el período de tiempo que se elige para contar una vida, desde dónde hasta dónde vamos a llevar a los espectadores, y qué mecanismos de flashbacks vamos a utilizar, con qué objetivos y para producir qué efectos en la historia.

En esta miniserie de 8 capítulos que estrenó Netflix en estos días, esas decisiones están bien tomadas, vamos a recorrer de la mano de Fito Páez (todo el proyecto contó con él) su infancia, su viaje a Buenos Aires dejando Rosario y el concierto más importante desde ese desembarco, el Estadio Vélez para presentar ese disco emblemático, "El amor después del amor".

Si el período de tiempo que nos va a contar lo primordial de esa vida del artista está bien elegido, todo debería fluir bien, y en este caso lo hace.

Cada capítulo tiene los condimentos necesarios para que la narración fluya, no se enrosque en temas innecesarios, y nos entregue una historia amable en capítulos bien contados.

Lo más maravilloso de la serie es el cásting. Es espectacular, si bien no es necesario a los fines de contar, que los personajes se parezcan a los de la vida real, en este caso, funciona tan bien, que nos mete en una capa distinta como espectadores, porque por momentos pensamos que estamos viendo un documental y no una ficción basada en hechos reales, al menos en los hechos tal cual los recuerda, o elige recordarlos uno de sus protagonistas.

El actor que encarna a Fito Páez tiene sus rasgos, sus desgarbe, su impronta, su aura, y hace un trabajo tan extraordinario que me lleva de inmediato al Elvis de Butler que vimos el año pasado.

Pero también está muy bien la ctriz que interpeta a Fabiana Cantilo, muy importante en la vida del protagonista apenas llega a Buenos Aires, Baglietto, Grinbank (aunque sin nombrarlo) y la mayoría.

Dos sobresalen, Andy Chango interpretando a Charly García y Julián Kartun como el flco Spinetta.

Están bien caracterizados pero sobre todo están bien en el carácter de los personajes, en sus maneras, en sus cadencias.

Los episodios centrales de la vida del músico, aquellos que marcaron su personalidad arriba y abajo del escenario, los comienzos en Rosario en el final de la dictadura, cuando los pelos largos y la música eran cosa de valientes, su llegada a Buenos Aires con la Trova Rosarina (yo recuerdo como si fuera hoy haberlos visto en el Club El Porvenir supongo que por el año 82) empezar a codearse con los grandes a puro talento, las discográficas, los managers, el amor, los excesos.

Todo contado desde la mirada del propio Páez, que puede ser tan heroica como la memoria de cualquiera de nosotros cuando nos acordamos de nuestra propia juventud o adolescencia.

La banda de sonido es un capítulo aparte y muy central, porque es potente (la elección de los temas es central) pero no tan invasiva, aunque hay momentos de musical que me recuerdan a alguna película de Sandro.

No es el actor el que canta esas canciones, pero tampoco es Fito, lo cual le da un ingrediente muy interesante ya que no tiene que recurrir a grabaciones del propio interprete sino que puede "recrearlas".

Todo lo demás está muy bien, y la historia que cuenta, si bien es un recorte de esa biografía, descansa en que es el propio Páez quién elige qué y cómo contar.

Su infancia, sus aromas de infancia, la pérdida de su mamá muy chico, la relación amorosa con su padre melómano (gran trabajo de Campi, en un personaje que ya había insinuado en sus programas pero más enfocado y serio) su abuela y tías que lo marcaron tanto en su crianza y el trágico asalto en el que perdieron la vida, su venida a Buenos Aires y esos años en los que se fue convirtiendo en el músico fino y prolífico que es hoy, amado por tantos en toda la región y en España (quizá sea el músico contemporáneo que más lejos llegó en este sentido).

Está muy bien la serie, es obligatoria para sus contemporáneos, los que nacimos en esos años 60s vamos a sentirnos muy a gusto con todo lo que vemos y oimos, y para los que no, los más jóvenes, es una buena ventana para asomarse a la vida de este artista.

Comentarios

Entradas populares