Sisu

Sisu

Si disfrutaron "Nobody" esa belleza con Bob Odenkirk de 2021, Sisu es parecida pero mucho más violenta, bizarra y genial.


8 Butacas



Ambientada en los meses finales de la Segund Guerra Mundial, en los caminos arrasados de Finlandia, vemos a un personaje parecido a un pastor danés, canoso, de barba, sucio, que cabalga solo acompañado por su perro, como si fuera un gaucho de nuestra pampa pero en los pagos helados de Laponia.

Lo vemos y nos da frío, porque no parece tener todo lo necesario para andar por ahí bajo cero.

Se inclina en un curso de agua, busca con un colador pepitas de oro, y en uno de esos arroyos descubre unas trazas. Así que los días posteriores, en silencio, lo veremos hacer pozos para buscar el orígen de esos insignificantes granitos dorados.

Un día encuentra la veta madre, una roca dorada que se va descubriendo ante sus manos nerviosas, mientras vemos que entre lágrimas se recuesta sobre su espalda.

Los nazis se van de esas tierras ante el avance de las tropas soviéticas, y a su paso destrozan todo, uno de los pelotones, una moto con sidecar, dos camiones y un tanque, van por esos caminos con mujeres secuestradas en la caja de uno de los camiones, y unos soldados pendencieros muy sucios sembrando el miedo y la muerte a su paso.

Se van a cruzar con el pacífico buscador de oro.

Y es lo peor que podría haberles sucedido.

Sisu es una palabra danesa casi intraducible, pero su significado más cercano sugiere una determinación sin límites, un caerse y levantarse siempre, aún cuando parece imposible.

Es la palabra que describe a nuestro personaje. Cuando se cruza con los nazis, tranquilo, espera que no lo molesten. Pero lo harán.

Encontrarán que lleva mucho oro en sus alforjas, y lo querrán para ellos, lo que no saben es que Korpi (es su nombre) es una máquina de matar.

Al primero que despacha lo hace de una manera increíble, anticipando que a partir de ese momento, cada muerte irá en un crescendo bizarro y sangriento.

El jefe de la patrulla no quiere abandonar la idea de robarle todo y matarlo, a pesar de que le llegan por el radio mensajes diciendo que Korpi solo mató a más de 300 soldados rusos, que es una leyenda, que es inmortal, que mejor se salgan de su camino.

Pero el oro que lleva, para ese soldado que sabe que va a enfrentar tribunales por sus crímenes es demasiado tentador.

El exterminio por etapas de todos los que componen la patrulla es coreográfico, cruel, sanguinario, despiadado y por momentos risueño.

No hay márgen para sacar los ojos de la pantalla, queremos todos que se deshaga de esos criminales de la manera que lo hace, nos reivindica a todos, nos consuela después de tanta maldad.

La película no tiene miedo al absurdo, se regocija en él, lo ennaltece, lo hace el centro de todo. Así pueden darse diálogos y sobre todo muertes coreografiadas, que nos desafían todo el tiempo, a ver qué más es capaz de hacer este héroe de acero, que en realidad solo quiere recuperar su oro para llevarlo al banco (un lugar seguro).

Hay momentos de spaghetti western, de Leone, hay momentos de mujeres que parecen italianas, que también son liberadas por Korpi para que ellas con sus manos exterminen a los que las violaron.

Es una película que no tiene dobles mensajes, podemos buscarlos, pero perdemos el tiempo, hay que sentarse a dejarse llevar por la historia.

La manera en la que Korpi despacha al más sanguinario de todos, al jefe de la patrulla alemana, es de antología, parece sacada de un espisodio del correcaminos.


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