Crazy Heart


Cuando Baby tenía su bar en la cuadra del Luna Park u día me dijo asombrado después de un festival de folcklore que se hizo “…lo que toman estos tipos, no lo podés creer lo que se llevaron. Y después, cuando suben al escenario, la gastan…”

Eran Zamba Quipildor, Jaime Torres, Jaime Dávalos, los próceres de esa música que por esos días de mi niñez era tan cotidiana para nosotros.

El esplendor de las peñas, los 25 de Mayo con el grupo de la escuela cantando “Los 60 granaderos” y toda esa sensación de estar interpretando algo lejano, pero propio. Eran otras épocas, las de “mujer, niña y amiga” de los hermanos Figueroa Reyes.

Me acordé de todos ellos, del Tigre Rimoldi Fraga, de Daniel Toro, viendo Crazy Heart.

Es que creo que a nuestra mirada de la película le falta esa sensación que no puede transplantarse, ese vibrato especial que solo tiene el que conoce ese sonido, esa voz quebrada, ese decir entre cuerdas que evoca tantas cosas que no sabemos.

Sin eso, es una historia de amor. Y es floja, es un veterano de mil batallas, acostumbrado a andar entre vómitos, sobras de comida y bombachas y mucha sombra (la película está fotografiada en un tono especial) que descubre una sonrisa y un proyecto de familia que puede ser redentora y se le esfuma por sus adicciones.

Es eso, el amor todo lo puede, aunque su corazón vuelva a destrozarse (nunca nos enteraremos si definitivamente) ante una nueva recaída.

Digo que sin ese otro condimento, ese otro nivel de lectura, la película es bastante floja. O mejor dicho, la historia es una historia débil.

Pero está bellamente fotografiada, y está mejor actuada.

Bridges en un papel a la altura de su edad y su temperamento. Si bien ya es un clásico el verlo en esos papeles desdibujados, de tipos que van por los bordes con problemas de dicción (el papel del escritor en “el agujero en el piso” es una muestra de esto, ese tipo tiene mucho para dar todavía, y bien ganado tiene lo que cosechó con esta película (que también produjo, con lo que tenemos que sospechar que sabía que este era un papel que le caía perfecto).

Cuando lo ví me vinieron dos cosas a la mente, la primera es que Nito Mestre (que de paso veo que acaba de grabar su disco nuevo en USA, cerquita de donde suceden los acontecimientos de la peli) está asombrosamente parecido al bueno de Jeff, y la segunda es, qué es de la vida de Beau? El hermano, el otro Baker Boy del que poco se sabe.

Este está muy parecido a su padre, del que no recordamos buenas actuaciones, sólidas como las de Jeff, pero tenemos en el cariño siempre, como si fuera un tío al que vemos poco.

El otro lobo que asoma es Duvall, arremetiendo con unas pocas frases en español y cos esa complicidad de haberse sumado a un éxito seguro y también como otro productor.

Está bien la película, pero no ofrece nada más allá de una buena historia de género. Deja un sabor amargo al final, a tono con la letanía y pereza que proponen las canciones que se interpretan durante todo el filme.

Hay si para destacar unas excelentes composiciones, incluso la de Colin Farrel, que viene haciendo algunas cosas interesantes (Cassandra`s dream es muy pero muy buena) aunque no puede dejar sus tics de excesivo consumidor de algo malo que se le instala en la mirada y la buena de Maggie Gyllenhaal, de la que, no tengo temor en decirlo, todavía no vimos todo lo que es capaz de darnos, aunque ya sea para mi gusto, una de las mejores actrices de su generación.

Hay que verla, de todos modos, con espíritu benévolo, para ver a un gran intérprete, una historia menuda, llena de excesos y un final nada complaciente.

La película tiene, en todo momento, conciencia de su morosidad y de su aspereza, quizá muy a tono con todo lo que esa música inspira en esos bares en los que canta Bad al principio de la película. Ese registro yo me lo pierdo, me lo pude imaginar en un bar de mala muerte de Lobos, a alguno de los míticos héroes de nuestro folcklore, en situaciones similares, plagadas de vinos baratos ginebras y choripanes, pero me cuesta acá.

La banda de sonido es muy buena, muy recomendable.

Y no puedo dejar de escribir lo que siento, no hay nada que haga este buen hombre que me haga ser duro con él. No después de haber interpretado al DUDE.

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