Is anybody there?


Probablemente la mejor actuación del viejo lobo Michael Caine en años. Este actor todo terreno de la pantalla, a esta altura, junto con algún par de otros, no muchos, actores británicos, es una de las pocas cosas buenas que pasan en la pantalla grande.
Heredero de los grandes actores de los grandes estudios de los 40 y los 50, Caine es capaz de acercarse a papeles que lo ponen a prueba a pesar de sus pergaminos y todo lo que tiene por perder en el intento.
Es cierto que son roles a su exacta medida, pero quién no pensaría un rol para este noble anciano que parece que siempre tiene algo más para dar.
Acá nos regala (y con casi exclusividad, ya que los otros personajes secundarios, todos ancianos venerables ingleses a los que hemos visto en alguna otra de esas comedias negras y sarcásticas que nos regalan todos los años) menos el joven coprotagonista (que hay que seguir) es un solo de su capacidad para hacernos reir y emocionar.
Su personaje es Clarence, un viejo mago que cae al geriátrico que regentea la madre del pequeño personaje central de la trama, un pendejo que, de tanto andar entre viejos a punto de morirse, cree en los fantasmas, los busca, deja grabadores encendidos debajo de las camas de los moribundos para ver qué pasa en esos últimos momentos de los últimos suspiros.
En medio de tanta muerte, el pibe no tiene idea de lo que le pasa a los chicos de su edad en la vida.
Los personajes secundarios, todos viejos a punto de morir, son una paleta de las bondades del sarcasmo inglés y están compuestos con maestría por esos viejos chotos de la pantalla británica.
Pero Caine hace a la vez de un mago vencido, de un marido arrepentido, de un viejo en busca de su última morada y dispuesto a quemarlo y a despojarse de todo.
Todo es desencanto en ese último paso, de no ser porque se conmueve con la extraña personalidad del chico, a quién intentará ayudar como puede y con lo que tiene en su último acto de magia.
Una delicia, una película chiquitita, muy inglesa, pero que vale la pena para ver a este monstruo que, parecería, se está despidiendo con estas delicias.
Aunque creo que tiene cuerda para rato.

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