Papás a la fuerza


Hace tiempo que Disney no sorprende con comedias. No quiero ser injusto, pero este tipo de películas tan rentables ya no son lo que eran.
Papás a la fuerza (old dogs en el original en inglés) es una sucesión de gags más o menos ingeniosos con dos monstruos efectivos, de caras y gestos ágiles y llenos de guiños para los espectadores, pero con un guión muy pobre y sin sorpresas.
Encima hay que verla en español (en la mayoría de las copias que hay disponibles) y el encuadre del cine Atlas Santa Fe, en la premier de la peli, estaba un poco descalibrado, con lo que me pasé viendo al micrófono entrar en escena los primeros 20 minutos.
Robin Williams es una caricatura de la caricatura que conocimos, lleno de mohines, los mismos de antaño pero con muchos años más que cuando encarnó a Mork y Travolta, con el pelo renegrido y demasiado hinchado (como si hubiese un fotoshop de figura móvil, todo el tiempo) que muestra su gran sonrisa, es gracioso verlo tan monumental (tres veces Tony Mannero, y...si, se las arreglan para que haga unos pasitos, como Cameron Díaz. En definitiva es lo mejor que hace desde hace muchos años.
Están bien los dos, sobran cada segundo de lo que actúan, porque los dos están para más, dudo que ya no tengan nada nuevo para darnos o para volver a sorprendernos, como Williams en Muerte a Smootchie o Travolta en Pulp Fiction.
Mientras tanto Disney apuesta a lo que sabe, gags, efectos, y uoa historia liviana que, de paso, recaudará millones y millones y los hará un poco más millonarios.
Para chicos bien chicos, los de más de 10 tienen peligro de embole.

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