Los abrazos rotos y The informers



Almodóvar construye historias con besos, flashbacks, música y poder. Y lo hace muy bien, lo que ocurre con él es que "tiene que gustarte". Si no vas prevenido, su cine (que se parece siempre a su cine) corre el riesgo de desviar la mirada a los detalles. A los elementos retro que pueblan sus imágenes, la polenta de las mujeres que llenan su pantalla y la sordidez de sus persoajes marginales. Con todos estos elementos en la cabeza, Almodóvar es (después de Woody Allen para mi gusto) quién mejor conoce y retrata a las mujeres en la pantalla y es un artesano a la hora de hilvanar historias (metí tres haches seguidas!!). En Los abrazos rotos, además, se mete con la vida de los artistas, profundiza en la vida de aquel que pierde lo más importante para hacer su arte (la vista del director de cine en este caso) y desarrolla la historia alrededor de una Penélope Cruz que a fuerza de hermosura y sugestividad, nos está regalando minutos felices en la pantalla grande. Paro acá un instante para recomendar no ya Vicky Cristina Barcelona por la que ganó el Oscar sino una película mucha más chiquita pero de enorme compromiso y sensualidad que protagonizó con el gnomo Ben Kingsley, se llama Elegy (acá La Eleginda) y, basada en una novela corta de Philip Roth que se llama Dying Animal (el animal moribundo) es una de las más bellas historias de amor que vi en años. Poco más, no voy a contar la película como siempre me reclaman mis amigos, esto es simple, si ya te gustó algo del manchego, andá, si viste Carne Trémula y te fuiste puteando, ni vayas.
La otra es The Informers. Poca cosa. Mucho elenco y un gran esfuerzo para retratar el comienzo de la era del flagelo del SIDA. Los primeros años 80 son el telón de fondo para una historia de ricos habitantes de Los Angeles que se descubren todas las mañanas en la cama con gente extraña con la que pasaron la noche. Todo cruzado por drogas, hombreras y raros peinados nuevos. Los actores están bien (no puedo ser objetivo con Kim Bassinger) y el reparto es bueno (si, está Billy Bob) pero la historia naufraga en baches insoportables.
Y acá vale una aclaración, cada vez que el cine se anima a algún relato de Bret Easton Ellis, el gran provocador de American Pyscho y Generación X, se mete en un berenjenal que hace polvo la profundidad del texto de Ellis. Un marginal de la industria, pero provocador y muy vendedor en USA y en el resto de la acrópolis, que es, según algunos críticos, el mejor retratista de esa época y esos personajes adinerados que, a fuerza de darse esos lujos inalcanzables, desviaron sus vidas a callejones peligrosos. En definitiva, ni para DVD. Siempre, ante la duda y si esta crítica sirve, tengan a mano algún clásico. Hannah y sus hermanas, por ejemplo

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