La princesa y el sapo


Son horas de Obama, no hay dudas. Una princesa negra y un príncipe mestizo son los protagonistas de esta entrega de Disney, que se reencuentra con lo mejor de su animación y se reconcilia con eso que sabe hacer, películas animadas con movimientos lentos, personajes entrañables e historias de esfuerzo y amor.
Esta tiene todos los condimentos de las viejas películas del estudio del ratón.
Hay romance, hay moraleja, hay canciones, hay buena música y hay dibujos de gran definición, pero que no tienen que recurrir ni a efectos especiales ni al 3D tan de moda en nuestros días.
La princesa y el sapo nos lleva de vuelta a las películas del cine Los Angeles y a una tarde de sábado.
Ambientada en Nueva Orleans de los tiempos del presidente Wilson, todo es esfuerzo en la vida de la bella Tiana, que es amiga de la niña rica de la ciudad ya que su madre es la costurera preferida de la familia.
Así crecen las dos en medio de cuentos y de miradas ilusionadas a la estrella del lucero, pero sus destinos marcadas cuestiones diferentes, y eso se irá configurando a medida que la historia avance.
Cruza toda la historia el jazz y las canciones que, a la manera de un musical de Broadway, van dando tono al relato.
Nada de lo que se dice los va a sorprender, nada en absoluto, si algo hay en las películas clásicas de Disney es que todo va a resultar como debe ser y los malos pagarán con la cárcel, y seguro que el amor triunfa.
Pero está bien que sea así, y está bueno que en la fantasía que nos propone el cine, a veces las cosas sean así, que el que trabaje obtenga lo que quiere, que el que hace algo malo vaya a la cárcel y los buenos se junten y se sobrepongan a todo lo que los malos les hacen.
Hasta en esos pequeños guiños uno tiene la sensación de que la película atrasa. Hoy es tan raro ver estas historia tan lineales de amor y de personajes que dan todo por la amistad, que parece que fueran de otro tiempo y lugar.
Son buenos en lo que hacen, no hay dudas, y tampoco hay dudas que estas apuestas en estos tiempos que corren no deben ser nada sencillas. En momentos de animación computada y mucho 3d que parecen casi humanos (Scrooge es el mejor ejemplo)
Aunque si uno se queda unos minutos para ver los créditos, descubrirá a los conocidos Newman y Lasseter, autor de las más premiadas bandas de sonido para Pixar y uno de sus cerebros.
Claro, para estar acorde a estos tiempos, y lo remarco, la pareja protagónica es negra, pero casi no se nota de lo bellos y trabajadores que son. Y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Comentarios

  1. John Musker ha hecho peliculas entrañables de Disney y con esta no se quedó atrás, porque se regresa a la época de la animación en 2D. Ya se han hecho varias películas multiculturales, ahora faltaba una chica afroamericana, pero lo mejor es que es emprendedora, ahora falta una chica latina, espero que pronto haya una película así.

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